Posted On 27 Jul 2018

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Durante mis años como emprendedor he visto en mas de una ocasión como diferentes personas hicieron gala del éxito que tuvieron con su emprendimiento, y, en cada una de esas oportunidades, y sin importar la persona que este auto-alagandose por sus triunfos, escuche que mencionaban frases como «trabaja duro y el éxito vendrá a ti», «nadie me regalo nada» o «el éxito es solo para aquellos que están dispuestos a pagar por el», y otras similares. Frases rimbombantes, las cuales es innegable que tienen su cuota de verdad, y que muchas veces están formuladas con la intención de motivar al receptor a que accione.

Me es frecuente también, encontrarme con personas que me cuentan que lanzaron un negocio y que en pocos meses este estaba facturando decenas de miles, o que consiguieron determinado contrato en muy corto plazo, o bien, que la idea de negocio fue comprada por otra empresa con un cheque con unos cuantos ceros. Por lo general, estas personas dudan de la capacidad de su interlocutor cuando este le menciona lo difícil que le esta resultando conseguir clientes, o mantener su proyecto a flote.

Como el lector sabe, soy una persona curiosa, y no suelo quedarme con la frase, ni con los resultados, sino que me gusta ir profundo y conocer al emisor, su historia, los logros que tuvo y los errores que cometió. Mas de una vez, al profundizar en mi stalkeo, he notado que aquellos que gustan de salir en radio o tv explicándoles a otros como deben ser los pasos para emprender, han tenido en sus carreras el camino bastante allanado.

Cuando hablo de camino allanado, hablo de personas que:

• Contaron y cuentan con inagotables recursos económicos,
• Tuvieron y tienen acceso a «contactos» que el hombre común que viaja en colectivo no suele tener,
• Fueron a escuelas y/o universidades aranceladas, con muchos compañeros «hijos de»,
• Jamas tuvieron que enviar un CV para conseguir un empleo, porque algún pariente se los consiguió,

Hace unos años atrás lei esta nota en el blog Notas-Periodismo popular donde el autor se preguntaba si «todas las personas tienen lo que se merecen» en relación a la Meritocracia y una publicidad de la empresa Chevrolet. Parte de esta nota estaba basada en la historieta compartida a continuación (puede el lector leer la nota aquí en su fuente original). Invito a repasar esta historieta para luego poder reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos como emprendedores.

Varios dirán que este tira tiene un juicio formulado sobre aquellos que nacieron en una familia que siempre tuvo facilidades económicas. Y es claro, no todos los hijos de papas adinerados son insoportables como Richard -ni todas los hijos de laburantes se esfuerzan como Paula- pero la ilustración representa de otra manera, estas experiencias que he vivido. Debo reconocer, no me toco la vida de Paula -tampoco la de Richard-, aunque me siento mucho mas identificado con la primera que con el segundo.

Ahora bien, ¿que motiva a un emprendedor que tuvo el camino allanado, a desconfiar del esfuerzo y los resultados de otro que no lo tuvo? ¿Cual es la causa por la cual hay tanta proliferación de pseudo emprendedores (que no son mas que empresarios, o hijos de empresarios), que se apropian de una manera de vida y dan cátedra a otros sobre como deben ser las cosas?

Creo, como he mencionado en algún otro articulo, que los emprendedores somos una especie. Como especie, estamos destinados a cambiar tarde o temprano, la economía del mundo, la manera de hacer negocios y la forma en que las personas se involucran con lo que hacen. Ese, al menos, creo que debería ser el objetivo de cualquier emprendedor con verdadera vocación.

Como especie, corremos mucho peligro si seguimos dejando que los defensores de la meritocracia se apropien de un adjetivo tan hermoso, como es el de emprendedor. Debemos combatir con uñas y dientes a todo aquel que se precie de sus proezas cuando los obstáculos fueron quitados de su camino mucho antes que el siquiera tenga intención de recorrerlo.

Por qué hago esta declaración? Básicamente creo que como emprendedores tenemos la responsabilidad de realizar acciones que cambien la vida de los demás. Y cuando me refiero a los demás, hablo concretamente de aquellos que tuvieron y tienen menos oportunidades que nosotros. De nada sirve salir a contar por radio los ceros que tuvo el cheque de la venta de tu primer proyecto, si no contás quien financio tu primer proyecto, como lograste que alguien se interese por el, como accediste a esa persona, y los pormenores de la negociación.

De nada sirve formular frases como «el éxito llega al que esta dispuesto a pagar por el», cuando hay personas que para subsistir con su emprendimiento, tienen que vender un riñón, dejar de lado tiempo con su familia y ágatas llegan a fin de mes a pagar sus cuentas.

Amigo lector, desconfía de los abanderados de la meritocracia. La próxima vez que escuches a un guru del emprendimiento, o a un niño bien vestido, decir que logro determinada cosa con su proyecto pregúntale ¿cuanto dinero tenias en el banco al momento de empezar?. Mira su expresión, escucha su respuesta, y valida por vos mismo que tan genuino es ese logro.

¿Hay algo de malo tener dinero producto de una familia adinerada? No. ¿Hay algo de malo vender un proyecto con muchos ceros? Tampoco. Lo que si es malo es desconocer el contexto de quien nos escucha, y bajar un discurso que oculte pequeños detalles que marcan grandes diferencias.

Aquellos que hemos logrado vivir de nuestros proyectos, tenemos una responsabilidad social, y es la de motivar a otros a que emprendan. Esa motivación la lograremos si encontramos los obstáculos que el otro tiene y le ayudamos a allanar el camino. Creando empatia con sus dificultades. Siendo conscientes de las oportunidades que el otro tiene. Y contando nuestros logros para motivar, no para impresionar.

La próxima vez que vayas a contar la historia de tu éxito, pensá en quien te esta escuchando. Dejá de lado a tu ego, y ponte en los zapatos del otros… o simplemente sigue facturando por la vida, formulando frases vacías de motivación ingenua.

Y tu, ¿de que lado eliges emprender?